Manuel Fernando López
Sobran los epítetos –ojalá este burro de Antonio Sánchez Martínez, comprenda el término—para este desvergonzado y, como tantos, advenedizos del periodismo, que a la gran bandida de la alcaldesa de Navojoa, “Chayito” Quintero, le cayó “como anillo al dedo”, parafraseando al demente mayor de AMLO.
Sin tapujo alguno, admitió que usa prestanombres para saquear –perdón, cobrar facturas—al cada vez más raquítico erario de esta desdichada ciudad, porque le debe “una lanita” al SAT y, así, no lo detecten.
A confesión de parte, relevo de pruebas; es un delincuente y, no precisamente de cuello blanco, sino corriente, digno del lodazal , del chiquero en que la presidenta municipal ha convertido esta administración (¡¿) a su cargo, donde el nepotismo y el latrocinio han sido su firma desde el principio.
Van algunos de los prestanombres que le hacen el “caldo gordo” a este hampón, que de periodismo sabe lo que yo, de física nuclear.
Luis Alonso Sánchez Martínez(su (hermano), Casimiro Montes Palomera (su empleado en el ayuntamiento), Luz María Garduño Sánchez (sobrina) y Dora María Ruiz Ayala (cuñada)
Para “amarrar” de una vez por todas, la cooperativa familiar en tiempos de la honestidad acrisolada de la 4t, incluyó a su esposa Guadalupe López Valenzuela y, para cerrar con broche de oro, también –¿por qué no?—a la mamá de un compadre, María Lourdes Alvarez.
Arrastró el nombre de Luis Donaldo Colosio, al erigirse presidente del partido con su nombre –de LDC—y medrar con éste, buscando dos veces la alcaldía de Navojoa y, hasta la de regidor.
Para la infamia, todas las personas que esquilmó con el logotipo de un partido que sabrá Dios cuando tenga su registro: desde 500, hasta cinco mil y, más, de acuerdo “al tamaño del sapo es la pedrada” cobraba a los ingenuos so pretexto de conseguirles prebendas y o puestos públicos.
A ver si conmigo pide el derecho de réplica para publicarle el resto de píllerías que apenas caben en un dompe.
Por fin, gracias a su “brillante trayectoria” periodística, llegó al paraíso; de este puede pasar a la cárcel por delincuente y, si existiera el cinismo como delito, no alcanzaría fianza.
Pobre Navojoa.