ARTURO SOTO MUNGUÌA
Que el grupo delictivo conocido como los Zetas se encuentra almacenando armas en propiedades adquiridas en Estados Unidos, con miras a pasarlas a México con fines de desestabilizar el proceso electoral 2012.
La información al respecto no deja de tener un aire de tétrico humor involuntario, sobre todo por venir de un par de ex funcionarios del gobierno norteamericano, dedicados en su momento al combate al narcotráfico y a las labores de inteligencia.
El señor Phil Jordan, ex funcionario de la CIA y la DEA, reveló que los Zetas compran la artillería en Dallas, la trasladan vía aérea al El Paso, y posteriormente la cruzan a Ciudad Juárez. Por su parte, Robert Plumlee, otro ex funcionario de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) añadió que el cártel mexicano ha comprado propiedades en la zona de Columbus, donde almacenan el armamento.
Ambos agentes gringos sugirieron la posibilidad de que esas operaciones tengan como finalidad el desestabilizar a través de la violencia, el proceso electoral del año próximo, y hasta deslizaron la eventualidad de que los criminales mexicanos busquen ser incluidos en alguna parte del gobierno.
Las revelaciones no son en modo alguno, sorprendentes, considerando que desde hace años, no solamente los Zetas, sino otros grupos criminales han venido desplegando una violenta actividad por todo el territorio nacional; han asesinado por lo menos a un candidato a gobernador en Tamaulipas, a varios alcaldes y no pocos legisladores, funcionarios de gobierno en sus tres niveles y dirigentes políticos.
Recientemente en Michoacán, los así llamados ‘Caballeros Templarios’ (un desprendimiento de ‘La Familia Michoacana’, se atrevió a interceptar un convoy de aproximadamente 50 vehículos de la Policía Federal (¡50 vehículos!), combatiendo con los agentes que en ellos viajaban por espacio de varias horas, en una jornada violentísima que sembró el pánico en varias localidades de aquel estado.
Semanas atrás, también en Michoacán, integrantes de La Familia combatieron durante días contra agentes federales, estatales y soldados, con un saldo sangriento.
Esos episodios de guerra declarada se han vuelto, desgraciadamente, cosa de todos los días en México. De manera más esporádica, pero recurrente, se presentan del otro lado de la frontera, funcionarios que hacen declaraciones, estas sí sorprendentes por el grado de cinismo que muestran.
Si los servicios de inteligencia norteamericana saben dónde compran las armas los narcos mexicanos, dónde las almacenan, cómo las trasladan y cómo las cruzan a México, ¿por qué jijos de la tostada no los agarran allá y los meten al bote?
Si el gobierno gringo intuye, sospecha o supone que las armas compradas en su país podrían ser utilizadas para desestabilizar el proceso electoral mexicano (¿mássssssssssssssssss?), su omisión en la captura de quienes están traficando ese arsenal bien puede rayar en la complicidad, y eso sí se convierte en un tema de seguridad nacional, que el gobierno mexicano debería tomar en serio.
De por sí la civilidad política no es precisamente lo que distingue en estos días a los protagonistas de la vida pública en México, muchos de los cuales por cierto, se han visto inmiscuidos de una forma u otra en asuntos escabrosos, relacionados con el tema de la delincuencia organizada, el escenario que proyectan los ex funcionarios de la inteligencia norteamericana es para poner los pelos de punta.
Es obvio que si el crimen organizado llegó a alcanzar su actual poder de fuego, es porque desde las esferas del gobierno eso les fue permitido, como también es cierto que si los cárteles siguen operando con amplios márgenes de libertad, y a pesar de la guerra que el gobierno federal le ha declarado, es porque siguen existiendo funcionarios públicos que ya sea por amor a la plata o por temor al plomo, siguen permitiendo que operen de esa manera.
En esas condiciones, y con el calendario electoral corriendo inexorablemente, estaríamos llegando al mes de julio de 2012 para enfrentar lo que vendría a ser la coyuntura política más peligrosa que se recuerde.
Con los ánimos crispados en todos los ámbitos de la vida política, social y económica, lo que se ve venir, de entrada, es el proceso de definición de candidaturas en todos los partidos políticos, lo que habría de ocurrir al comenzar el mes de octubre.
No digo que las candidaturas se vayan a disputar a balazos -aunque en algunos casos, por ganas no quedaría-, pero sí que la violencia verbal aparezca en el discurso de la clase política, como de hecho ya está asomándose desde hace rato en todo el país, Sonora incluido, desde luego.
Las contiendas internas son la primera aduana para eventuales candidatos, en un escenario que en Sonora resulta inédito: por un lado, es la primera vez que el Partido Acción Nacional entrará a este proceso, asumiéndose como partido en el gobierno estatal. Si las cosas siguen como van, parece evidente que quienes llevarán ‘mano’ en la selección de candidatos no serán los dirigentes del partido, mucho menos la militancia, sino el inner circle del gobierno del estado.
Por otro lado, el PRI arriba por primera vez en condición de partido opositor, y ya sin un gobernador en funciones de jefe nato del partido, resulta todo un enigma saber cómo es que resolverán los procesos de selección de candidatos.
En ambos casos, son muchos y muchas quienes se han enlistado desde hace rato, para contender por las candidaturas a los cargos de elección que estarán en juego, y algunos han desplegado un activismo desmesurado, que deja ver muy claramente las muchas ganas y los muchos recursos que están dispuestos a invertir para hacerse no sólo de la candidatura, sino del cargo.
Con las ambiciones desbordadas, con las sospechas de infiltración del dinero sucio en las campañas, con la violencia criminal que no cesa y al contrario, parece ir en aumento cada día, no se ve por donde el proceso electoral 2012 pueda encontrar los márgenes de civilidad que se requieren para que el país no termine de irse por el caño. Y si a ello le agregamos las acomedidas intervenciones de los personeros del gobierno gringo, advirtiendo sobre amenazas de desestabilización criminal… estamos fritos.