Articulo de opinión- A la mejor están ganando mucho dinero, pero están perdiendo su principal activo: la credibilidad. Si continúan así serán los grandes perdedores, porque la pesadilla de Padrés está por terminar, pero el descrédito es una enfermedad que difícilmente se cura con dinero.
Periódicos como el Imparcial y la Tribuna del Yaqui, que por su antigüedad están íntimamente vinculados a la personalidad misma de Sonora, ahora los vemos sometidos y completamente desfigurados en el desenfrenado empeño de hacer dinero, no importando que el prestigio y la credibilidad que se forjó por décadas termine en el bote de la basura.
2014-01-07
El Estado, como entidad institucional, es uno de los principales referente morales de la vida social y política; cuando este se corrompe, la funcionalidad de la sociedad se ve amenazada. La dinámica corrupta introducida por el gobierno de Padrés ha infectado todos los frentes de la vida social, pero lo que más ha dañado es la forma en que se ha corrompido a los principales medios de comunicación de Sonora.
Encubiertos en el garlito de que los medios deben de ser manejados como empresas, se abandona todo principio ético al que moralmente está obligado el periodismo y con ello se le da la espalda al deber de informar y al derecho que la ciudadanía tiene de ser informada. Eso es lo que desgraciadamente nos ha venido pasando en Sonora con mayor intensidad y descaro en los últimos cuatro años. Medios que en otros momentos procuraban una objetividad y ser factor de equilibrio frente a los abusos del poder, ahora se encuentran en un alineamiento con los atropellos del gobierno estatal verdaderamente vergonzoso.
Periódicos como el Imparcial y la Tribuna del Yaqui, que por su antigüedad están íntimamente vinculados a la personalidad misma de Sonora, ahora los vemos sometidos y completamente desfigurados en el desenfrenado empeño de hacer dinero, no importando que el prestigio y la credibilidad que se forjó por décadas termine en el bote de la basura.
Creo que en estos casos se dio una confluencia muy desafortunada: la llegada al poder de un gobernador corrupto y corruptor y el arribo de una generación a estos medios impresos con una gran debilidad de carácter, falta de ética y de compromiso con el futuro de Sonora.
Tengo la edad para hacer la referencia con el pasado de estos medios. Recuerdo el carácter de Don José Alberto y José Santiago Healy, quienes siempre fueron celosos defensores de su línea editorial y desplegaron un esfuerzo extraordinario para mantener la objetividad informativa a pesar de las presiones, e incluso los chantajes de parte de los gobernantes en turno. Mantuvieron una relación con el gobierno pero no admitieron una sumisión.
También recuerdo a Don Faustino Félix Serna y a sus hijos Faustino y Gilberto, quienes, a pesar de haber participado en el gobierno, entendieron al periodismo como un factor de equilibrio y no se negaron a darle cobertura a las voces de la sociedad y a las expresiones ciudadanas aunque estas fueran críticas en contra del gobierno o incluso en contra de su partido político.
Pienso que esto contribuyó indudablemente a la democratización de la vida política de Sonora, algo que ahora se pone en riesgo cuando los principales medios de la entidad han caído en una sumisión, seducidos por la conducta corruptora de Guillermo Padrés.
No hay realmente un conflicto entre un desempeño periodístico ejercido con ética y mantener la viabilidad financiera de una empresa editorial, si se tiene la conciencia de que la práctica del periodismo conlleva necesariamente un compromiso moral con la sociedad.
A la mejor están ganando mucho dinero, pero están perdiendo su principal activo: la credibilidad. Si continúan así serán los grandes perdedores, porque la pesadilla de Padrés está por terminar, pero el descrédito es una enfermedad que difícilmente se cura con dinero.