Todo nuevo gobierno, inicia con dos elementos a su favor: la expectativa generada por el cambio y el llamado bono democrático. Elementos que acrecientan su valía cuando –como en el caso de Sonora- por primera vez gobierna un partido distinto al de gobiernos anteriores.
Es así como durante el primer año de administración, un nuevo gobierno puede cometer todas las “novatas” de que sea capaz, sin que ello mine la confianza que en él tiene la gente, porque se entiende que “nadie nació sabiendo” y que hay programas y acciones gubernamentales que necesitan tiempo para madurar y mostrar sus primeros frutos.
Es válido también que cuando un nuevo partido político llega al poder, gran parte de su mercadotecnia y de su propaganda política –por no decir toda- se oriente a promover la implementación de acciones “nunca antes vistas” o “logros históricos” de su administración.
Es entendible porque de otra manera la misma gente se preguntaría ¿Qué caso tiene haber cambiado de partido político si sus acciones y sus logros son iguales o similares a los del partido en el gobierno anterior?
Sin embargo, si se promueve la novedad con insistencia cayendo en el exceso de vender el “borrón y cuenta nueva” se corre el riesgo de no sustentar lo dicho en los hechos y es entonces cuando la expectativa generada por el cambio y el bono democrático, empiezan a perder su utilidad.
Porque hoy en día, con el creciente contrapeso de las redes sociales, tarde o temprano la verdad se asoma y más aún en estos tiempos tan sensibles que vivimos los sonorenses y los mexicanos, donde el desempleo y la pobreza –y en consecuencia la inseguridad- son lo único que ha crecido de manera consistente año con año.
Traigo a colación todo esto, porque hace un par de días estuve en San Luis Rio Colorado invitado por los productores del campo y me di cuenta que a pesar de los “logros históricos”, la verdad es que la zona esta en buenas condiciones, pero estaría mejor si se hubiera dado continuidad a lo logrado por administraciones anteriores.
Muchos sonorenses saben que tuve el privilegio de servir a Sonora en la administración de Manlio Fabio Beltrones y que participé en el desarrollo de la concesión del Puente Colorado, la cual incluía otorgar al Municipio el 54% de los recursos recaudados.
Adicionalmente, el acuerdo estipulaba que por cada peso recaudado por el Puente Colorado, el gobierno estatal aportaba otro peso y otro la federación.
Pero ahora veo que se ha perdido esta significativa conquista en detrimento de la población y de los sectores productivos de San Luis Rio Colorado.
Y no solo del municipio, porque los recursos de la concesión Puente Colorado tenían un efecto multiplicador en otros ayuntamientos de la región que ahora están batallando en la administración de los recursos, cuando antes les llegaban de manera automática.
En honor a la verdad, la perdida de este beneficio, más que un “logro histórico” demuestra que lo nuevo no es necesariamente lo mejor y que cuando se intenta borrar el pasado de un solo golpe, se llevan entre las patas aciertos que vale mas mejorar que descartar.
Varios ganaderos y agricultores se han acercado para reclamar la indiferencia tanto del gobierno estatal como de las autoridades federales, a pesar de los proyectos que les han presentado para detonar la actividad en beneficio de los sonorenses. Y esta situación se reproduce en la Costa de Hermosillo y en los Valles del Yaqui y Mayo.
El financiamiento para el campo ha brillado por su ausencia y urge revertir esta situación porque el país y Sonora requieren crecer económicamente y no lo van a lograr si los productores del sector primario siguen padeciendo la indiferencia de las autoridades.
Y de seguir así las cosas, mas temprano que tarde, los sonorenses se darán cuenta que no todo es nuevo en Sonora, ni necesariamente mejor, tal y como ya se han dado cuenta millones de mexicanos en los últimos 11 años.