Manuel Fernando López
Siempre certero, dueño de frases, (de ser periodista dominara el arte del fraseo–producto de mucha lectura, Ernesto Gándara Camou, ha vuelto a plasmar en su carta de posicionamiento para encabezar la coalición PRI, PAN y PRD, como candidato a gobernador de Sonora, una genial : “El desierto que no regala…”
“Somos los descendientes de quienes vencieron el desierto, el desierto que no regala, el desierto que se trabaja”.
Este es el mensaje de Ernesto, sabe y conoce a la perfección el reto que ahora asume: nada menos que convertirse en gobernador de Sonora; lo conoce como pocos, la ha recorrido rincón por rincón, ranchería por ranchería; incluyendo el desierto, donde la vista se pierde en lontananza y, el alma del hombre se estruja ante la grandeza de la soledad y, donde el Alfa y Omega enfrentó al demonio durante cuarenta días.
Mucha razón tiene Ernesto: el desierto nada regala, hay que arrancarle por la fuerza todo; no hay piedad, así como no la habrá en el camino a la gubernatura de mi querido e inefable amigo y, desde ahora verá llegar inmensidad de “amigos” y, advenedizos siempre prestos a subirse al carro que les garantice no salirse de la zona de confort, del bendito erario.
Verbigracia: Miguel Ernesto Pompa Corella, quien sin cuidar su investidura de secretario de gobierno de Claudia Arellano Pavlovich y obviamente seguir en la ubre, busca desde ya, “meter” en las preferencias de Ernesto a sus secuaces como Flor Ayala Robles Linares, al “fifí” Epifanio Salido Pavlovich, yerno del poderoso empresario “Sahui” Salazar, sombra bajo la cual ha medrado en la política y, hoy por hoy, pegado como lapa en este gobierno; amén de otras rémoras que tienen horror de “vivir fuera del presupuesto”.
Ernesto, es tu hora; está por cumplirse la sentencia de nuestro querido Juan Pedro Robles García a quien siempre lloraremos : “Lo voy a hacer gobernador”.
Ahora si, mi querido amigo: “¡La suerte está echada!”.