Manuel Fernando López
Mientras Alfonso Durazo, como heraldo de Morena anuncia que trae a Sonora, el odio, la división, el enfrentamiento y sobre todo con la firma de la casa: la rapiña por el poder, por vivir del erario; en el lado contrario, un hombre limpio, ajeno a traiciones –tanto que aún cuando pudo ser gobernador en caso de irse como “independiente” – siguió leal al partido –PRI—donde desde su juventud ha militado y, al cual por un protocolo establecido para irse en alianza, ha renunciado, no traicionado en aras de ser candidato al gobierno de su entidad.
Increíble como el ex secretario de seguridad nacional, demuestra flaca memoria al criticar la alianza entre el PRI y el PAN – el PRD con la rémora de Jesús Zambrano Grijalva, siempre está puesto al mejor postor, como buena prostituta de la política de “Los Chuchos—cuando ha vivido y, muy bien, a expensas de ambas siglas: en el primero, con Luis Donaldo Colosio Murrieta y, en el segundo con Vicente Fox Quezada, donde chocó con la esposa de éste y, salió expulsado del círculo íntimo de éste.Sabedor, Ernesto Gándara, del terrible descrédito de todos los partidos políticos, está apostando a que los ciudadanos, desde los más favorecidos por la fortuna, hasta los más olvidados –que son los más, por desgracia—se unan y voten por su proyecto político; uno, donde este hombre siempre ha de buscar el beneficio y crecimiento de todos.
Ahora si que es el hombre –no el, o los partidos políticos – quien busca abanderar a una sociedad cada vez más humillada, más despreciada por la pandilla depredadora y voraz que al mando del demente de palacio nacional ha y sigue saqueando las arcas nacionales con el argumento estúpido de que el “pueblo bueno y sabio” no se equivoca.
Han destrozado todo lo construido en el sector salud –verbigracia el Seguro Popular—dejando al garete a millones de mexicanos que no tienen acceso al IMSS al ISSTE u a otras instituciones; el campo olvidado, la pesca a la buena de Dios, los fideicomisos puestos sin discreción con todos sus millones de pesos en manos del dictador populista que en el extremo de su locura se cree el mesías resucitado.
Un mesías, que no acudió con su gente, a su patria chica, Tabasco para ayudarlos con todo el poder del Estado, prefiriendo refugiarse en su verborrea diaria de “las mañaneras”, donde se encapsula y, se dedica a insultar a quien disiente de él y, al grito de “¡ al ladrón, al ladrón!”, cínicamente no mira hacia adentro de la cloaca que ha creado.
Alfonso nos trae oscuridad, Ernesto Gándara luz y aire refrescante: elijamos lo mejor.
¡Alea jacta est!.