Manuel Fernando López
Brutales las imágenes enviadas desde San Antonio de la Huerta, sobre la devastación y crimen por parte de la minera “Sapuchi”,tanto contra el ecosistema y, lo peor : contra la gente, contra los niños, para quienes sus amados parajes donde crecieron, están convertidos en escenarios de horror, donde el jinete de la muerte galopa desde hace años en aras de la riqueza, de la ambición desmedida de los poderosos.
Cierto es que tales empresas acarrean empleos, pero a la par, enfermedades que generan a la postre cáncer y demás secuelas debidas a los químicos empleados en limpiar los metales extraídos del subsuelo.
Por si alguien tiene dudas al respecto, ahí está un monumento a lo anterior, llamado Cananea; referente obligado a nivel mundial en la historia; sangre y cobre unidos desde entonces, así como el apellido Larrea, del Grupo México, amo y señor de la impunidad en este país y, autor del crimen, del envenenamiento sobre toda los habitantes del Río Sonora.
En su momento, los trabajadores de la mina Buena Vista del Cobre, contaron con excelente servicio médico con una clínica de primer nivel, para atender sobre todo la típica enfermedad de los mineros: la silicosis; más cuando se trabajaba bajo tierra y, no en cerros descapotados como hoy en día.
Ya no digamos de excelentes prestaciones económicas y demás beneficios entendibles por un trabajo donde la factura fue y sigue siendo la muerte por la exposición a químicos tan agresivos.
Luego llegó la inevitable discordia y, de aquel poderoso sindicato, solo queda una caricatura plasmada en las siglas de la CTM, una auténtica mina de oro –no de cobre—para Javier Villareal Gámez, quien de la noche a la mañana volvióse un experto en el tema minero.
¿ Dónde está la Asociación de Mineros de Sonora?
Constantemente una de las quejas favoritas lanzadas por el sector minero, es sobre los “fuertes” impuestos sobre esta industria; en esta desgracia, en este ecocidio de la minera “Sapuchi”, no han abierto la boca para poner un alto a este crimen.
Menos para interceder y establecer una mesa de diálogo entre las partes y, buscar un arreglo que satisfaga a todos; no es justo lo que ocurre en dicha población, donde fiel al estilo de las empresas mineras, dejan devastación, soledad y muerte, tras llevarse millones y millones de pesos hacia sus arcas.
Una de sus obligaciones –de la asociación—es vigilar por el cumplimiento del protocolo para que las mineras puedan operar y explotar los yacimientos; en especial velar por la salud de las personas.
Tampoco el alcalde de San Antonio de la Huerta, ingeniero Alberto Isaac Mugica Jaime, alias “El Carramplas o alcalde bailador”, ha elevado su voz en contra de dicho crimen; ha preferido el silencio y, alguien debe recordarle aquello de “quien calla otorga”.
Al final vendrán las facturas para todos los que permitieron esta salvajada; por lo pronto los inconformes están dando a todo Sonora, una lección de pundonor, de coraje, de amor a su pueblo, a su gente.
Ojo: planea la empresa minera “Sapuchi” engañar y dejar atrás el contrato inicial con Minerales Libertad, nombre de origen, en aras de evadir su responsabilidad contenida en el contrato de ocupación temporal con el ejido.
Hicieron lo que se llama en derecho, un “tornillo”, una maniobra legaloide para librar su responsabilidad.