Manuel Fernando López
La frase anterior plasma en forma genial lo que implica para el hombre, el ser humano el sentido de la propiedad; saberse dueño de un patrimonio para él y los suyos: un sitio, un hogar donde se acaricien sueños y se tejan esperanzas cada noche y día por venir.
Saber el propietario que cuando llegue la hora final, su esposa y sus hijos, no quedarán en el terrible desamparo y, en consecuencia verse sujetos a los voraces arrendadores, para quienes los sentimientos cristianos, solamente se traducen en dinero y dinero; tanto que prefieren ver abandonados sus departamentos y casas, antes de reducir sus rentas.
La disgregación anterior viene a cuento, porque hace poco, el flamante director de Bienes y Concesiones del gobierno estatal, Alfonso Cannan Castaños, suscribió un acuerdo para escriturar nada menos que cerca de quinientos terrenos en Huatabampo, Sonora .
La verdad, rápida fue la respuesta de Alfonso Cannan para los demandantes por años de terrenos en dicho municipio, haciéndose eco de las palabras de su jefe Alfonso Durazo Montaño: “primero los pobres..”.
Mucho tuvieron que ver en este logro, tanto Heriberto Núñez y del activista César del Pardo; una jugada magistral –y humana sobre todo – de Alfonso Cannan que evitará en lo futuro los eternos plantones frente a palacio de gobierno.
Claro, falta mucho por hacer al respecto, pero este logro es digno de aplauso; por años los demandantes han estado sujetos a una bola de léperos que han hecho del “moche”, su modus vivendi y operandi en Bienes y Concesiones.
En especial, hay uno –luego diré su nombre—que vive en una mansión y con carros que no justifica su salario como servidor público.
Bien por Cannan.