Manuel Fernando López
Vaya que esta frase –es de Stephen Kagwa—resume y retrata de cuerpo entero lo hecho por Ramón Angel Flores Robles, en su devenir en el Partido del Trabajo.
Bien sabemos que la política es el arte de lo posible o, en su defecto, “es hacer lo imposible dentro de lo posible”; el originario de Arivechi, del cual fue alcalde, burlándose de Sísifo, supo remontar la cuesta con la pesada piedra de Ana Gabriela Guevara sobre sus espaldas y, salir a la superficie triunfante y lleno de entusiasmo.
Amén de corruptérrima, la una vez orgullo y prez del atletismo mundial y en especial de Sonora, misma que se ha escapado de estar en la cárcel por diversos actos ilegales cometidos desde su posición como directora de la Conade, a estas alturas está rabiando por verse desplazada por alguna vez su aliado y protegido Ramón Flores.
Desde hace unas horas, luego de “desaparecer” del escenario político estatal, el mencionado, regresa triunfante de México, nada menos que con el nombramiento de comisionado nacional del Partido del Trabajo en Sonora.
Cumplió con aquello de “ausencia es presencia” y, tras ser un aliado clave en el triunfo de Alfonso Durazo Montaño para la gubernatura, fue a presentarle su nombramiento ya descrito y, tan fuerte fue el respaldo, que el martes pasado durante la tradicional conferencia de prensa del mandatario estuvo acompañándolo; claro, ante miradas interrogantes de muchos que lo han atacado.
Su lealtad para el gobernador por delante: “es prioridad seguir de la mano del presidente AMLO y del gobernador Alfonso Durazo Montaño para el proyecto de la 4T”, afirmó Ramón Flores.
¿Qué pasó para que Ana Gabriela Guevara, quedara fuera del ánimo tanto del presidente como de Alfonso Durazo Montaño y, posicionaran al de Arivechi?.
En breve la entrevista con el flamante comisionado nacional político del PT, al que dicha se la verdad lo rescató del ostracismo y de la opacidad.
¡Alea jacta est!.