Manuel Fernando López
Llegó el dolor del recuerdo y, congruencia del gobernador…!
Ayer, en el Congreso del Estado, gracias a la iniciativa del diputado Fermín Trujillo, el nombre de Luis Donaldo Colosio Murrieta, quedó grabado para siempre –en la eternidad del hombre—en la pared del recinto legislativo.
Dos lecciones de política de Alfonso Durazo Montaño, que deben aprender muchos tránsfugas del ayer y, quienes hoy en día, al primer “tronido” de dedos por parte de “iluminados y chayros” de la 4T, tiran sus ropajes que tantas posiciones políticas y en consecuencia dinero, les dieron y, allá van olvidando sus ayeres.
Alfonso Durazo, precisó que no reniega de su pasado político priísta—como tantos hoy en día—y plasmó una vez más su enorme agradecimiento para el sacrificado en cuaresma, aquel que soñó con cambiar a este país, del cual parafraseando a Martin Luther King, dijo mirar a “un país con hambre de justicia”.
Pocos como el gobernador de Sonora, vivió ayer la nostalgia, el dolor por la tragedia ocurrida en los famosos idus de marzo, cuando matan a los emperadores –Julio César – y, al señor del ayer y del mañana, principio y fin, alfa y omega: Jesucristo.
Días en que su ya viuda, Diana Laura Colosio Riojas dijo que , fue víctima de “las balas del odio”, cruzando su brazos en una imagen espantosa de dolor.
Al lado de ella, sus pequeños hijos, Luis Donaldo Colosio Riojas y Diana Laura; también los padres y hermanos de aquel que un día abandonó su “amado valle de membrillos” para irse a desposar con la muerte.
Vivirá siempre en mi memoria, aquel clavel que el entonces niño, Luis Donaldo, arrojó sobre el catafalco, mientras su madre, con los brazos sobre su pecho, con gafas oscuras que no ocultaban el río de lágrimas, sufría –amén de su inmensa soledad—el lúgubre sonar del viento, típico de cuaresma, agitando su negro vestido y, ocultando además muchos secretos del drama.
El dolor nunca se irá, llegó para quedarse y, allá en Magdalena, un mausoleo, guarda para siempre dos cuerpos que en vida se amaron, en la muerte se unieron y, siguen gritando a sus hijos, no olviden el ayer. Bien por el gobernador en un día de nostalgia y congruencia.