Hermosillo, Sonora 7 de diciembre del 2022
Ing. Fernando Moreno Chávez
No comprendo el ansia de escribir. Hay miles de formas de expresar los sentimientos, pero me enmarañan las letras para expresarme. Con la literatura rompo los paradigmas y la forma de concebir los proyectos de vida, de trabajo y de ilusiones.
De alguna forma, el concepto del receptor me recrimina por lo que pienso cuando lo externo en palabras, lo sé por su gesto, por su pensamiento expuesto y también por su silencio. El ciclo de la comunicación se crea.
El periodismo es una enfermedad que no se cura. Me lo dijo mi novia y no lo admití, pensé que podría superar la prueba. No fui el Ulises que atravesó el canto de las sirenas.
Como todo aprendiz, me enfrasqué en la lucha de mostrar que sabía lo suficiente y podía integrarme al gremio. Viví las guarapetas respectivas y los regaños consabidos, me graduaron todos y aquí estoy en mi estilo, de datos duros y literatura integrada en imágenes irónicas que deben de agregarse a la vida cotidiana.
Yo, un científico, un ingeniero convencido de la práctica para ejercer cualquier actividad funcional, me derroté ante la literatura. Ese fracaso me llevo a la humildad de reconocer los libros como el síndrome de aspiraciones. Las letras tomaron prioridad en mi vida.
Hoy, la existencia se divide en los amores que me dan alicientes, en las actividades que me albergan supervivencia y en los sueños hechos letras.
El periodismo, como faceta de la literatura, confronta al autor con su entorno y consigo mismo, hay oficialistas, rebeldes, improvisados, comprados y vendidos. En medio de esa alquimia que procura el entendimiento de los hechos resalta la creatividad y el modelaje ortográfico o las imágenes que recrean imaginación, ironía y contexto.
Los medios justifican fines o los medios deben justificar el salario, los comerciales, las dádivas y las relaciones. Ser periodista en cualquier faceta, es exponer la realidad, distorsionada o verídica, eso incluye a las divas de los medios de comunicación, los hombres muy hombres y las mujeres muy mujeres.
Me he recreado, en mi formación como periodista, de personas increíbles, iniciando por mi novia. Ella es la mano que mece la cuna de estas letras irreverentes y me fundamento en el pensamiento del polaco Ryszard Kapuscinski, “Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”.
Y en esta diversidad de ideas, acciones y manifestaciones de identidad me siento aceptado, como el cuento del patito feo y, en la aceptación del grupo, descubro que puedo desplegar las alas de una forma personal, de un estilo propio y de una idiosincrasia acendrada, diferente y complementaria.
Confieso que mi ignorancia de las mañas, de dónde abrir la boca y dónde no, también de la solidaridad y la repulsión de ideas, de la confrontación de frentes comunes y del rompimiento de los mismos por envidia, ignorancia o maldad.
Con la calificación mínima me considero periodista, me gustan los temas profundos, tardamos por la investigación, no raudos como el ímpetu de dar la editorial. Así, en medio de este trasfondo de amigos y amigas, de imágenes, letras e ideas, me doy la bienvenida al reto de ejercer la literatura a través del ensayo, la crónica o el panfleto.
En el tenor de ejercer las letras para difundir la realidad y el trasfondo de la misma, me comprometo a ser franco, porque confío en el fundamento que la vida supera la fantasía. La verdad, aunque dura, siempre se impone ante los engaños y la política.
Entiendo perfecto la necesidad de convenios de medios de comunicación, del proceso de supervivencia de los colegas. Creo que se puede enriquecer por ambos lados, que el ente acepte la crítica y que los emisarios sean creativos. Es un círculo difícil de modificar, pero es posible, hay talento y, posiblemente, deseo de mejorar.
Me circunscribo a las letras, las mismas generan sentimientos y confrontaciones, argumentos profundos que nunca aceptamos o que siempre ocultamos, romper tabúes y definir posiciones.
Las vocales y consonantes hacen palabras, las palabras hacen ideas y las ideas se contagian de la influencia de vida, a través de eso nos expresamos e intentar cerrar el círculo en forma inversa es un reto para el periodista, no se nota, pero existe la posibilidad de ese ejercicio.