Rosa Germán vocera
Nos obligaron a aceptar la finalización de nuestros trabajos bajo el pretexto de «ahorrar el pago de nuestros salarios» durante el mes de julio debido a las vacaciones. Aunque esta práctica es común dentro de la UES, es ilegal y se ha aceptado por la necesidad de conservar nuestros empleos. Esto refleja una política sistemática de abuso hacia los trabajadores, quienes, a pesar de tener funciones de carácter indefinido, están contratados bajo un nombramiento de “obra determinada”. ¿Cómo puede una institución educativa justificar la precarización de nuestros derechos laborales, afectando negativamente tanto a los trabajadores como a sus economías familiares?
Nos habían prometido que nuestras posiciones serían restablecidas, confiando en una universidad que alegaba enfrentar dificultades financieras. Sin embargo, la realidad fue otra: solo unos pocos privilegiados, sindicalizados y con conexiones cercanas a grupos de poder, fueron reubicados en sus cargos. El resto de nosotros, trabajadores honestos y dedicados, fuimos dejados de lado con falsas promesas de recontrataciones en etapas, alargando los tiempos sin una explicación clara, quedando atrapados en la incertidumbre y con nuestros derechos pisoteados.
Lo más grave es que el propio sindicato, cuya función es proteger a los trabajadores, solicitó el despido de 150 personas. ¿Cómo se puede confiar en un sindicato que traiciona a aquellos a quienes debe representar? Nos niegan el acceso a la representación sindical, un derecho fundamental que incluye la defensa de nuestros derechos. Esta es una práctica discriminatoria donde solo se sindicaliza a familiares o a aquellos recomendados por dirigentes. El resto de nosotros somos desechados, sin una voz que nos defienda.
Hoy alzamos la voz porque ya no podemos seguir en silencio. Ya no aceptamos más excusas de que «no hay presupuesto» cuando se han hecho nuevas contrataciones y algunos funcionarios han aumentado sus salarios. Nos preguntamos: ¿Dónde está la justicia para quienes hemos entregado años de esfuerzo y compromiso a esta universidad? ¿Cómo se puede justificar que se nos niegue la reinstalación con pretextos financieros, cuando es evidente que el dinero está siendo mal utilizado?
En esta lucha no estamos solos. Entre nosotros hay personas con discapacidades, mujeres embarazadas y madres solteras, que han sido vulneradas no solo en sus derechos laborales, sino también en su dignidad humana. No pedimos más que lo que es justo: respeto por nuestro trabajo y un fin a la discriminación que ha manchado el buen nombre de la UES.
Hoy decimos ¡basta! No más corrupción, no más abusos, no más atropellos.
No robar
No mentir
No traicionar
Atentamente,
Trabajadores afectados de la Universidad Estatal de Sonora