04/Enero/2012 Un tipo va al psiquiatra y le dice que sufre de un terrible trilema.
El psiquiatra, bastante extrañado le dice que hasta donde él conoce, sólo existen los dilemas y le explica que el dilema se presenta cuando uno se encuentra frente a dos alternativas y no sabe cuál elegir. Ejemplo: usted no sabe si ir cine o al estadio, usted no sabe si ir al gimnasio o a trotar.
El paciente le pide que le permita explicarle lo que él considera un trilema:
– Vea doctor, mi vecino me debe un dinero desde hace tiempo, y yo todas las mañanas voy a cobrárselo. Cuando llamo a la puerta de su casa, sale su esposa, una muchacha rubia, hermosa, con un camisón totalmente transparente y sin nada debajo, me saluda muy efusivamente, me toma de la mano y me lleva hasta su cama donde deja caer su camisón, quedando totalmente desnuda.
Seguidamente empezamos a hacer el amor, y cuando estamos en lo mejor, sale de debajo de la cama mi vecino, que es un negro grandote, y me penetra analmente. Eso ocurre todos los días que voy a cobrarle mi dinero.
El psiquiatra lo mira sorprendido, y le pregunta ¿donde esta el trilema?
El paciente le dice:
– Precisamente doctor, ahí está mi trilema, porque a estas alturas, yo ya no sé si voy a la casa del vecino a cobrarle el dinero que me debe; si voy a tirarme a su esposa, o si voy a que me coja el negro…
Pues bien, yo ando con un trilema, que afortunadamente no tiene que ver con deudas de dinero ni dudas sobre preferencias sexuales, aunque quizá sea más complicado.
Después de más de 20 años de reportear la fuente política, veo a priistas, panistas, perredistas, similares y conexos, desprovistos de un mínimo de propuesta, pero excesivamente aplicados en hacer cualquier cosa -y eso incluye torcer y/o evadir la ley-, para mantener o conquistar las posiciones de poder político que les permitan seguir medrando a costillas de una población que en sus precarias condiciones de vida, sigue dispuesta a cambiar un voto por una despensa, un bulto de lámina o unos cuantos pesos.
Después de estas dos décadas de transitar por la presunta transición y llegar a la alternancia, el trilema es cada día más escalofriante.
Ya no sé si los panistas alguna vez odiaban a los priistas corruptos y pactaban sospechosas alianzas con los perredistas; si los perredistas odiaban a los panistas aburguesados y pactaban alianzas sospechosas con los priistas, o si los priistas pactaban acuerdos con panistas y perredistas, indistintamente y bajo el único criterio de que siguiera sonando la caja registradora.
En las calles de pueblos y ciudades sonorenses, en los medios de comunicación cualquiera encuentra material para documentar el desencanto.
Todo aquello que abominaban los panistas como oposición, lo están reproduciendo, corrigiendo y aumentando ahora que son gobierno.
¿Cuándo, en qué momento, bajo qué circunstancias, sobre qué coyuntura los panistas llegaron a la conclusión de que “en la política y en el amor todo se vale”, y a partir de esa premisa hicieron legales y legítimos el atraco, el nepotismo, la antidemocracia, el descontón, la persecución, la calumnia y la guerra sucia; la corrupción, la impunidad?
Todo lo que en otros gobiernos era pecado, en los gobiernos del PAN se volvió indulgencia.
¿Cuál es el espejo en el que se están mirando esos funcionarios públicos que sin recato ni prudencia se han lanzado a pisotear la ley electoral mediante groseras campañas en las que publicitan sus imágenes y sus nombres, amparados en las lagunas legales que ellos mismos prepararon, con una reforma electoral a modo?
Aventuro la hipótesis de que ese espejo es el del PRI que tanto odiaban. O el espejo de las llamadas memobardas, aquellas ‘pintas’ en azul y blanco que aparecieron por todo Sonora antes de los tiempos oficiales de la campaña electoral 2009, donde se leía “GIULLERMO PRADES”.
Como no era ese el nombre del candidato a gobernador, la ley no pudo sancionar actos anticipados de campaña.
Genial. Ante la falta de propuesta y contenidos, la sagacidad del delincuente que escapa por las rendijas de la ley es aplicada a la política electoral y se perfila como un recurso -ilegítimo, pero ‘legal’-, para mantenerse en la nómina gubernamental, independientemente de que al país se lo esté llevando el tren de la violencia y la pobreza, por decir lo menos.
Ese es el trilema. Ya no sé si la gente fue a las urnas para cobrarle al PRI; si el PAN se ofreció como la suculenta dama del camisón transparente, o si los electores, subyugados, descuidaron la retaguardia para que llegara el negro y se los cogiera…
En fin, con esta columna reiniciamos los envíos zancuderos, después de un periodo vacacional que comenzó con un nuevo viaje por varios países europeos, siguió con una rápida visita a dos que tres islas caribeñas, y concluyó en Las Vegas, para regresar por fin a Hermosillo, a seguir lidiando con un inicio de año en el estado más seguro de la frontera mexicana, donde no alcanzan los vivos para enterrar los muertos…
Y con esta entrega, va también un abrazo fuerte, en reciprocidad, a la banda zancudera que sin tapujos ni recovecos, se reportó en estos días para abrazarme también. La correspondencia es al doble, neta.
PD.- Ya están listas las nominaciones al Gran Premio Holanda 2012, que esta vez estuvo disputadísimo. No les puedo adelantar mucho, pero sí les puedo decir que Javier Gándara no repitió.
El premio Holanda, como el enterado lector, la grillísima lectora lo saben, es un galardón que anualmente otorga esta columna, al servidor público que “O la anda cagando aquí, o la anda cagando allá, pero siempre la anda cagando”.
Los finalistas fueron siete, pero sólo uno se llevó tan prestigiado galardón. En próximas entregas le daremos los resultados, no sin antes agradecer a los y las lectoras, sus muy respetables nominaciones…
chaposoto67@hotmail.com