El Zancudo

Por Redacción Jun 30, 2011

Arturo Soto Munguía

El llamado Plan de Modernización de Aduanas 2007-2012, cuyo objetivo principal era equiparar las aduanas mexicanas con las mejores del mundo, hizo agua casi desde el principio. La corrupción no sólo se ha erradicado, sino que en algunos casos, fue el único rubro en el que se lograron niveles de eficiencia que rompieron sus propios récords.

Para muestra, el botón de lo que está ocurriendo en Guaymas puede resultar de lo más elocuente.

Con apenas un año en el cargo de sub administrador de Vigilancia y Control del Departamento de Oficiales de Comercio Exterior, el señor Iván Inocencio Rivas Cámara ya tiene en su contra varias denuncias de su propio personal, por una serie de actos de presunta corrupción, sin contar otros casos de acoso y prepotencia, que se traducen en despidos hacia quienes osan oponerse a sus caprichos.

A juzgar por la denuncia del señor Manuel Mauricio Enríquez Baños, que hasta hace poco se desempeñaba como subalterno directo del señor Iván Inocencio Rivas, éste no le hace ni tantito honor a su nombre de pila, pues resultó toda una fichita a la que ya no aguantan, especialmente el personal femenino, al que constantemente acosa y presiona para que lo acompañen en sus muy frecuentes francachelas, que suelen comenzar en el antro conocido como Chiltepino’s, en el bello puerto y ciudad de Guaymas.

El señor Rivas Cámara es Teniente de Fragata y fue comisionado a la Aduana Marítima de Guaymas, en el cargo anteriormente citado. Llegó a Sonora apenas el año pasado, y en este breve lapso ya provocó un sin fin de enconos por sus actitudes deplorables, que muchos no se atreven a denunciar por obvias razones, pero que el señor Enríquez Baños decidió hacer públicas, pues finalmente lo único que tenía era su empleo y ya lo perdió, debido a que cometió el error de denunciar actos de corrupción en la Aduana. El error no fue denunciar esos actos, sino denunciarlos ante su jefe, el Teniente Rivas Cámara.

Los actos de corrupción en las Aduanas mexicanas son casi un asunto visto como ‘de usos y costumbres’, de tal suerte que en 2009, el gobierno federal contrató a mil 400 Oficiales de Comercio Exterior, capacitados en aspectos legales, despacho de mercancías y pasajeros, procedimientos de vigilancia y control, infracciones y manejo de armas de fuego, como parte del Programa de Modernización que buscaba la eficiencia en la operación aduanera, y la eliminación de prácticas de corrupción.

Según datos de la Administración General de Aduanas (AGA), con sede en el Distrito Federal detectó desde febrero de 2010, la presencia de funcionarios que no cumplen con el cargo encomendado y/o que carecen de las aptitudes para desempeñarlo, sobre quienes se abrieron procesos de investigación a cargo de las autoridades de la Procuraduría General de la República.

 

Hasta el 30 de noviembre del año pasado, fueron despedidos 150 Oficiales de Comercio Exterior, y hasta agosto de 2009 fueron destituidos 700 inspectores fiscales aduaneros, así como 400 revisores.

O el señor Iván Inocencio Rivas fue contratado después de todas estas acciones, o ha resultado demasiado hábil para librar las denuncias en su contra, pues en el puerto de Guaymas no son pocas las voces que lo señalan como un funcionario que no hace honor a su formación militar, ni a las responsabilidades en el cargo para el que fue designado.

El caso denunciado a esta columna documenta lo anterior, y deja ver que algo muy raro está ocurriendo en la Aduana de Guaymas, a donde las autoridades federales de la AGA podrían voltear en cualquier momento, ya que las quejas son cada vez más frecuentes.

 

Los presuntos actos ilícitos que en esa Aduana se cometen, sin embargo, no es usual que se denuncien, mucho menos por el personal de la dependencia, ya que se corre el riesgo de ser despedido, como es el caso que nos ocupa.

El pasado 10 de abril, Manuel Mauricio Enríquez Baños compareció ante el área de Evaluación del Comercio Exterior, después de haber interpuesto una denuncia por presuntos actos de corrupción en los que el propio sub administrador se encuentra bajo sospecha.

Lo único que consiguió con eso, fue que Iván Inocencio Rivas le solicitara su renuncia voluntaria (esto es un decir, pues le advirtió que en caso de no hacerlo, sería reubicado lejos de su lugar de residencia, y despedido por pérdida de confianza.

La denuncia del señor Enríquez Baños aludía a una serie de actos ilícitos realizados por personal de operación aduanera, en el Aeropuerto Internacional Ignacio L. Pesqueira, de Hermosillo, Sonora, cuyo Centro Táctico está a cargo de la Aduana de Guaymas.

Esa denuncia no es la única, ya que por lo menos otros dos funcionarios de Aduanas han hecho lo propio, también revelando actos de corrupción, además de una denuncia por acoso, de parte de una funcionaria. Esta última le fue notificada al mismo Administrador, y aunque esos asuntos están siendo investigados, hasta el momento no ha habido resultados.

Los problemas en la Aduana de Guaymas comenzaron prácticamente desde la llegada del Teniente Iván Inocencio Rivas, quien gusta de girar órdenes a sus subalternos -y especialmente a sus subalternas-, que no tienen nada que ver con el ámbito de lo laboral, sino que generalmente consisten en ‘invitaciones’ para que lo acompañen en sus noches de fiesta. Enríquez Baños se queja de que las enfiestadas son frecuentes, pero no contento con eso, al sub administrador Rivas Cámara le gusta que le paguen sus cuentas. O sea que además, ‘columpio’.

“Rivas Cámara no se ha conducido conforme a los valores que se les inculca en la Marina; este señor, además de negar todo lo antes mencionado, ha difamado a mi persona diciendo que yo era un mal elemento y que por mi propia voluntad solicité mi renuncia”, explica el empleado hoy despedido, quien asegura contar con pruebas y testigos, entre ellos, marinos comisionados a la misma Aduana, que pueden corroborar esta versión.

Iván Inocencio Rivas Cámara miente y abusa de su autoridad; protege a los que actúan fuera de la normatividad, agrega, y cita los nombres de dos compañeros suyos que pueden dar fe de sus dichos: Félix Camacho Corona y Gerardo Ramos, entre otros.

 

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