Son las ocho cuarenta de la tarde del primero de julio de 2011 y Ernesto Gándara dice que ha comenzado la cuenta regresiva. Que a esta misma hora, de ese mismo día del año que entra… “ustedes saben lo que va a pasar…”.
El Borrego se refiere a lo que marcan todas las encuestas: el Partido Acción Nacional no ganará la presidencia de la República. Lo dice en Ciudad Obregón. En el corazón del Valle del Yaqui, donde está rodeado por miles de hombres y mujeres que estuvieron hace dos años con él y que están otra vez aquí, con la voluntad intacta. De pie.
“Su tiempo se acabó”, sentencia, cuando falta un año para las elecciones y aludiendo a los funcionarios públicos que no han cumplido.
Lo dice después de escuchar a José Nieves, que desde la tercera edad reclama la atención tan postergada; a Carlos Lares, hombre de empresa que se queja de la exclusión; a Yolanda Alameda, que en la voz de los indígenas cuestiona el olvido y reclama que el progreso debe ser para ellos también, porque en las comunidades rurales no hay vivienda, no hay empleo, no hay salud, no hay educación…
Lo dice cuando ha caído la noche en Cajeme y cuando llama a esas 4 mil 500 almas reunidas en un local de la colonia Campestre, a ponerse de pie, como anticipo de lo que viene, dentro de un año.
II
En la entrada de la Quinta Real es un río de gente. Un chasquido de besos, un sonar de manazos en la espalda. Abrazos, saludos, sonrisas, encuentros inesperados.
Por ahí anda don Abel Murrieta, el papá del Procurador que juguetea a las vencidas y jalones de brazos con don Nacho Montaño, que fue diputado local de 1967 a 1970. Para quien ha visto como su padre con casi nueve décadas tensa el brazo y lo dobla endureciendo el bíceps, diciendo que es tan duro que ahí mismo, sobre el ‘gato’ se puede matar un piojo (aplastándolo con la uña, desde luego) ver a aquellos viejos jugar a las vencidas como dos chamacos, es una fiesta.
Otro veterano de todas las guerras aparece en Quinta Real. Es El Güero Amézquita, mesero del legendario Club Olímpico a donde iban a recalar todos los personajes de la vida social y política del Cajeme de Ayer. Ahí los conoció a todos y les sirvió a todos. Ahí aprendió a tratar por ejemplo, con Gilberto Félix Escalante, que era un tipazo que llegaba saludando y repartiendo abrazos, pero cuando llegaba enojado había que atenderlo con la solemnidad del caso.
“Así era. Yo ya sabía, de manera que cuando llegaba así, nada más le preguntaba muy serio ‘qué le sirvo’, me retiraba y decía: ‘al rato el solito me va a decir qué pasó’. Y sí. Al ratito ya me llamaba y me decía, “fíjate Güero que…”… y soltaba todo. Entonces me preguntaba si tenía el periódico y como yo siempre compro el Diario del yaqui, se lo llevaba. Fíjate, él que era el dueño de la Tribuna”…
A Don César Gándara también conoció el Güero, como a tantos otros de los que quisiera seguir contando anécdotas, pero el gentío que está llegando lo hace retirarse entre palmadas, saludos, abrazos…
El Borrego sigue siendo un fenómeno. Las mujeres se le cuelgan del cuello, empinándose para besar su mejilla; los hombres aprietan su mano o le palmean la espalda; los niños y niñas lo buscan con curiosidad, se identifican mucho con él. Así pasa más de una hora en la entrada del local que se va llenando poco a poco, al caer la tarde en la colonia Campestre, de Ciudad Obregón.
Vienen de Navojoa y Etchojoa; de Huatabampo y Álamos, de las comunidades rurales del Valle del Yaqui y del Mayo. Un chorro de gente que no cesa y que van sumando mil, dos mil, tres mil, cuatro mil quinientos sonorenses reunidos en la Quinta Real, para ver qué trae El Borrego en la bola.
Mientras, un animador suda de lo lindo en el templete improvisando para mantener el ánimo. Los organizadores están felices. El encuentro ha rebasado las expectativas, pero su previsión salva los escollos: 350 mesas con diez sillas, completamente llenas. Un chingo de gente de pie, esperando que termine de llegar la concurrencia. Guillermo Silva Montoya anda con cara de misión cumplida.
Y el Mena también anda que no se las acaba, cámara en ristre, dejando ciegos a flashazos a cuanto personaje se le atraviesa. “A ver, déjame tomarles una foto”, me dice, cuando platico con el Memo Silva. Y pas-pas, toma un par de fotos.
Y el Memo nomás mueve la cabeza negativamente: “A ver si un día te toca ver esas fotos que acaba de tomar. La otra vez me dejó ciego a flashazos y no vi ni una pinche foto”.
III
El Borrego toma la voz y explica los orígenes, los motivos, los objetivos y los alcances de la Fundación Sonora de Pie. Llama a la participación ciudadana decidida y consciente; del compromiso y la solidaridad con los necesitados, los vulnerables, los marginados; del trabajo en equipo y el rechazo al individualismo, a la corrupción y a la impunidad.
Pondera la reciente aprobación, en el Congreso del Estado, de la Ley de Participación Ciudadana y advierte que la Asociación Sonora de Pie utilizará todos los mecanismos de esa ley para presentar propuestas que permitan ejercer a plenitud los derechos de los sonorenses.
El auditorio escucha atento. La expectación está en el aire tibio de la tarde, que cayó venturosamente junto con el mercurio del termómetro y volvió tolerable el clima que unas horas antes se parecía mucho al infierno.
En Cajeme, en el corazón del Valle del Yaqui y el centro de la más álgida polémica por el agua, El Borrego le entra al toro: “Hay un tema especial que he platicado profundamente con muchos de ustedes: el del agua. Agua que se cuida con mucho esfuerzo porque es fundamental para el desarrollo de Sonora”.
Y recuerda que siendo alcalde de Hermosillo (2006-2009), trabajó con todas sus fuerzas para abastecer de agua a la ciudad, invirtiendo en obras que no se ven y por lo tanto, quizá no sean buenas para el lucimiento personal o para el ornato, sino en la rehabilitación de la red de distribución y de los pozos; en la construcción del Acueducto El Molinito, entre otras acciones que se llevaron a cabo “¡sin generar conflictos ni quitarle el agua a nadie!”, subraya y con el énfasis de su voz desgrana el primer aplauso de la tarde, que suena fuerte desde la colonia Campestre.
“Los gobiernos federal y estatal tienen la obligación de buscar alternativas que beneficien a todas las regiones, respetando sus derechos y evitando los conflictos; por eso he dicho y lo sostengo, que el agua debe unir y no dividir a las regiones… que se respeten los derechos de cada parte y en todo caso, si se da la controversia, que sean las autoridades judiciales quienes den el veredicto”, sostiene, para luego ceder la palabra a representantes de la sociedad civil del sur del estado que allí se han dado cita.
IV
Que no han visto el cambio, dice, desde su blusa de manta bordada Yolanda Alameda, una de las tres, cuatro, cinco mil almas que se reunieron la tarde del viernes en Cajeme. En Ciudad Obregón.
Que la inconformidad está en el sur como en el norte. En la sierra y en todas las comunidades rurales donde campea la miseria mientras se gastan 200 millones de pesos en carreteras, pero no hay clínicas de salud ni servicios médicos, ni vivienda ni escuelas dignas porque el presupuesto no alcanza.
Habla don José Nieves Granillo, quien a nombre de los hombres y las mujeres de la tercera edad expone una situación que se ha expuesto antes, una y mil veces y que el cambio de gobierno no ha resuelto. Habla a nombre de los empresarios, Carlos Lares para exigir espacios de participación en el diseño del Plan de Desarrollo para la región sur, pues la mayoría han sido excluidos en la toma de decisiones.
El mensaje final de El Borrego Gándara es contundente. Dice que en estos mismos momentos, en Hermosillo, los priistas están reunidos, reflexionando sobre el pasado, el presente y el futuro. Que Sonora está de pie, que los sonorenses están de pie, porque las asignaturas que estaban pendientes antes de la alternancia, lo siguen estando.
Que la inconformidad ciudadana tiene razones de peso para justificarse, cuando el gobierno no ha resuelto las necesidades de las mayorías, y que la única manera de superar el actual estado de cosas, es participando activamente, como ciudadanos, desde cualquier trinchera, para vigilar, para cuidar que las políticas públicas se traduzcan en beneficios para todos.
El Borrego llama a imaginar lo que pasará a esta misma hora, este mismo día, dentro de un año. Por lo pronto, dice que ha comenzado la cuenta regresiva…